Los cambios que han habilitado los desarrollos más recientes en tecnologÃas de la información y de la comunicación (TIC) en prácticamente todos los ámbitos de las sociedades desarrolladas y que nos han llevado hacia la comúnmente denominada sociedad de la información y del conocimiento o sociedad informacional, parecerÃan justificar este creciente interés por la tecnologÃa educativa. No obstante, para comprender mejor esta inusual y en algunos casos dirÃamos que hasta excesiva presencia del discurso alrededor de las TIC en el ámbito de la educación, deberÃamos tener en cuenta que los centros educativos son por definición instituciones sociales en las que las personas reciben una formación de manera intencional, sistemática y reglada en coherencia con las demandas de un determinado modelo social, de manera que las escuelas y universidades no pueden ni deben quedarse al margen de la influencia que las tecnologÃas digitales han ejercido sobre el conjunto de relaciones socioculturales y laborales que tienen lugar en el seno de la sociedad actual.
Palabras clave: Instituciones, TecnologÃas de la información, Sociedad del conocimiento.
¿Qué son nuevas tecnologÃas?
Antes de realizar cualquier valoración sobre las nuevas tecnologÃas y su aplicación educativa, parece necesario precisar inicialmente a qué nos estamos refiriendo cuando hablamos de «nuevas tecnologÃas», habida cuenta de que puede resultar complicado tratar de expresar lo que se considera una novedad en términos absolutos. Aunque emplear el calificativo «nuevas» tal vez puede proporcionar al lector una idea aproximada del tipo de tecnologÃas a las que hacemos referencia (aquéllas cuyo desarrollo ha sido más reciente), esto supone enfrentarnos también a la necesidad de especificar qué avances tecnológicos o qué tecnologÃas pueden ser considerados lo suficientemente recientes como para verse incluidos en esta taxonomÃa.
La vertiginosa velocidad con la que se suceden hoy en dÃa avances en el terreno de las TIC, especialmente en informática, telecomunicaciones y en todos aquellos dispositivos y materiales que posibilitan avances en la comunicación mediada por ordenadores (CMC), hace que recursos que hoy pueden resultar innovadores, se conviertan en tecnologÃas obsoletas en muy breve tiempo. Del mismo modo, y como expresábamos unas lÃneas más atrás, entendemos que la novedad en este contexto deberÃa expresarse necesariamente en función de otras variables relevantes que la matizan, como la propia cultura a la que pertenecemos, las posibilidades de acceso que hemos tenido a los últimos desarrollos tecnológicos o la formación de la que disponemos para el uso de las TIC, además de otras valoraciones y criterios personales que pueden influir en esta definición.
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Teniendo en cuenta estas consideraciones y situándonos de nuevo en el contexto de las sociedades desarrolladas, parece poder afirmarse que, cuando actualmente se hace referencia a las nuevas tecnologÃas educativas, ya no se tiene en especial consideración a medios como el vÃdeo o la televisión convencional, que hace unas décadas tuvieron un gran protagonismo en el campo de estudio de la tecnologÃa educativa. Las nuevas tecnologÃas en la actualidad comprenden básicamente el estudio y aplicación de las tecnologÃas digitales y los sistemas de telecomunicación; es decir, ordenadores multimedia y periféricos como el escáner, las impresoras, cámaras digitales, etc., y las redes de ordenadores, cuyo máximo exponente es la red Internet. Estos medios no sólo han ampliado y mejorado exponencialmente nuestra capacidad para manejar, tratar y comunicar información y conocimiento por sà mismos, sino que además han asimilado prácticamente todos los demás recursos que ahora se integran en ellos.
El ordenador multimedia podrÃa ser definido en la actualidad como un macromedio dentro del cual se integran todos los demás. La fotografÃa, la televisión, el teléfono, el vÃdeo, el diseño gráfico o la composición musical tradicionales, por citar algunos ejemplos, han pasado por el tamiz de las tecnologÃas digitales ampliando sus posibilidades educativas en su versión digital.
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CaracterÃsticas diferenciales de las tecnologÃas de la información
Cinco rasgos caracterÃsticos del paradigma de la tecnologÃa de la información
Castells (1997) precisa un poco más estos cinco rasgos cuando afirma que:
“(…) el paradigma de la tecnologÃa de la información no evoluciona hacia su cierre como sistema, sino hacia su apertura como una red multifacética, poderoso e imponente en su materialidad, pero adaptable y abierto en su desarrollo histórico. Sus cualidades decisivas son su carácter integrador, la complejidad y la interconexión. “(1997, p. 92)
Entendemos que todas estas caracterÃsticas del paradigma de la tecnologÃa de la información, brillantemente identificadas y precisadas por Castells, y especialmente aquéllas que inciden en la posibilidad de acción y en el margen de maniobra del que todavÃa disponemos para actuar con las TIC, pueden sugerirnos alternativas de trabajo que deben ser aprovechadas convenientemente dentro del ámbito educativo, tanto más cuando somos conscientes de que los planteamientos positivistas y las polÃticas tecnócratas han glorificado con frecuencia los avances en el terreno de la tecnologÃa buscando fundamentalmente el beneficio económico por encima de un valor educativo, social, democrático y solidario de la técnica, que tal y como los expertos han sabido destacar (Apple y Beans, 1997; Torres, 2001) es quizás más necesario ahora que nunca.
Las tecnologÃas de la información y de la comunicación aplicadas a la Educación
La creciente presencia de las TIC en la sociedad moderna ha llevado a las administraciones educativas a considerar relevante el conocimiento, uso e incorporación de dichas tecnologÃas a la escuela. De un modo similar a como las TIC están influyendo en la sociedad, alterando los principios que se han venido manteniendo sobre la comunicación a lo largo del tiempo, podemos inferir que sus repercusiones afectan a todas las estructuras sociales, entre las que deberÃa destacarse el sistema educativo.
En este último apartado trataremos de indagar en el modo el que serÃa deseable la incorporación de las TIC a la escuela y en la manera en que podemos propiciar un aprovechamiento de las potencialidades informativas y comunicativas de estos recursos, asà como un conocimiento crÃtico de los mismos, con la intención de no perder de vista el hecho de que estos medios forman parte de una sociedad en la que muchos otros elementos están cambiando y que en último término se remiten a la educación como ente formador y generador de la capacidad de adaptación a estas nuevas situaciones (De Pablos J. y Jiménez J., 1998, p. 49).
A nuestro criterio, en los últimos años se ha venido vinculando con bastante frecuencia la idea de innovación educativa con la incorporación fÃsica de las TIC a la escuela. En un momento histórico en el que dÃa a dÃa se suceden avances en el terreno de las tecnologÃas (especialmente en las tecnologÃas informáticas y de telecomunicaciones) y en el que la comunicación mediada por ordenadores está generando nuevas posibilidades de relación social y económica, la preocupación porque el sistema educativo proporcione una formación adecuada para vivir en esta sociedad emergente genera una gran inquietud a nivel estatal.
Esta inquietud se ve ampliada, si cabe, por un fenómeno peculiar que se está produciendo actualmente alrededor de las TIC y que puede resumirse en el hecho de que probablemente ésta sea la primera ocasión en la que el dominio de un medio de gran proyección (refiriéndonos desde luego exclusivamente a su manejo técnico) está considerablemente más extendido en su uso entre las generaciones más recientes (la por algunos denominada informalmente como «generación Nintendo») que en las que la precedieron. De algún modo, puede percibirse entre los padres una sensación de indefensión frente a este desembarco tecnológico sobre el que sus hijos parecen tener más control que ellos mismos y este fenómeno está teniendo en cierta medida su paralelismo también en la polÃtica educativa en lo que a la incorporación de las TIC a la escuela se refiere. Parece existir cierta ansiedad por la incorporación de la herramienta (el ordenador o la implantación de redes) a los centros educativos, aunque en ocasiones no resulta tan evidente que se tenga tan claro para qué y cómo emplearlos.
De este modo, nosotros consideramos que más allá de la incorporación del hardware a las escuelas, debe hacerse un esfuerzo por identificar qué es lo que realmente pueden aportar las TIC al proceso educativo, cómo y en qué momento se pueden aprovechar las caracterÃsticas diferenciales de cada medio y de qué manera abordar la formación mediante las TIC. En este sentido compartimos el criterio de Cebrián y RÃos (2000) cuando afirman que:
la introducción de nuevas tecnologÃas no produce automáticamente un cambio educativo que mejore los procesos de enseñanza-aprendizaje y que el profesorado no debe usar indiscriminadamente cualquier tecnologÃa, ni sustituir, guiados por las modas, unos medios por otros; sino que, deberá buscar cuáles son los recursos y tecnologÃas que pueden propiciar un mejor aprendizaje de su alumnado. La introducción de nuevas tecnologÃas debe implicar cambios metodológicos acordes con la naturaleza de las mismas. Es bastante frecuente y desalentador ver que en muchos centros que tienen recursos tecnológicos los usan con metodologÃas tradicionales. “ (2000, pp 18-19)
Un programa coherente de innovación educativa
Con esta breve argumentación no tratamos aquà de descalificar el hecho de que se conceda prioridad a la incorporación de hardware a la escuela, puesto que lógicamente ésta es también una premisa imprescindible para la integración plena de las TIC en ella. Lo que entendemos más bien es que adquirir dicho hardware es algo relativamente sencillo (y también fácil de mostrar de cara a la galerÃa) pero absolutamente inútil si no se lleva a cabo dentro de un programa de innovación educativa coherente, en el que ésta no sea entendida como la simple presencia de tecnologÃas novedosas en los centros educativos porque esto, como afirma De Pablos (1998, pp. 62-63), no garantiza la innovación en su significado real. La innovación debe ser entendida como el cambio producido en el modo de concebir la enseñanza y los proyectos educativos; en la manera de organizarlos y de llevarlos a la práctica. El hecho de que las nuevas tecnologÃas propicien maneras alternativas de trabajo escolar frente a las fórmulas más tradicionales, es lo significativo. Si los procedimientos para acceder a la información, las estrategias para analizar, extrapolar o valorar los conocimientos, los hábitos y las actitudes, son diferentes de las pautas de trabajo formativo propiciadas por metodologÃas didácticas tradicionales como la lección magistral, la utilización casi exclusiva del libro de texto o, en definitiva, el recurso a procedimientos de enseñanza poco flexibles, es lo realmente valorable desde una perspectiva de innovación educativa.
Comprendiendo el sentido de la innovación de un modo similar se expresa también claramente Escudero (1995), cuando afirma que la innovación educativa vinculada a la tecnologÃa de la educación deberÃa entenderse no tanto como una mirada externa, sino como una mirada interna constitutiva de la propia tecnologÃa educativa, de sus fundamentos teóricos, valores, propósitos, contribuciones y articulación en el sistema escolar, asà como de su incidencia en el quehacer, en el pensamiento de alumnos y profesores, en las interacciones que propicie de manera especÃfica y, en definitiva, su aportación real a los procesos de enseñanza y aprendizaje.
A nuestro modo de ver, la innovación no puede venir de la mano de tecnologÃa alguna, por grande que sea su capacidad informativa y comunicativa, sin que se produzca un cambio en la actitud de aquellos que manejamos los recursos didácticos en las aulas. De nuevo De Pablos (1998) lo expresa con claridad cuando afirma que en último término, no podemos olvidar que el sentido real de la acción de innovar (cambiar) conlleva un compromiso ético personal que persigue mejorar las situaciones cotidianas
La posibilidad de hacer lo de antes aunque mediante otros procedimientos (más rápidos, más accesibles, más simples) no representa una innovación (cambio) profundo. Visto de esta manera, la innovación educativa comporta un componente personal, ético, que debe dotar a las tecnologÃas y recursos del ‘valor de educar’. La innovación es humana. Las nuevas tecnologÃas aplicadas a la educación serán novedad, en su sentido básico, en la medida que sean dotadas de un espÃritu progresista por quienes las utilizan y sobre todo, por quienes encuentran utilidades educativas que permitan formar mejor, educar de forma más completa, es decir, más libre. (De Pablo, 1998, p. 63)
El sistema escolar es un subsistema social formalmente configurado para la educación de las personas y, como tal, entendemos que no puede permanecer al margen de los cambios que demanda la sociedad informacional. Sin embargo, es necesario introducir dichos cambios comprensivamente en las escuelas, de modo que faciliten la incorporación racional de las TIC desde posturas bien fundamentadas pedagógicamente, adaptándolas a las exigencias y peculiaridades de los procesos educativos que se desarrollan en su seno y teniendo presente el hecho de que estas herramientas no fueron creadas originalmente con fines pedagógicos. La escuela deberÃa ser un centro de formación siempre permeable a los cambios que se producen en la sociedad, porque la renovación de la escuela pasa por la incorporación de las innovaciones tecnológicas desde orientaciones bien definidas que permitan optimizar todos los procesos que tienen lugar en ella, respondiendo al sentido educativo que orienta su labor: instruir, formar, guiar el desarrollo fÃsico, afectivo, social y moral de las personas, capacitándolas para que puedan enfrentarse a las transformaciones sociales con relación a los nuevos valores que ésta genera (Fernández Muñoz, 1998, p. 28).
Los problemas a enfrentar
Uno de los problemas de fondo que dificultan la adecuada incorporación de las TIC a la escuela lo constituye sin duda el hecho de que la tecnologÃa está corriendo mucho más rápido que la reflexión en torno a las consecuencias sociales, económicas, polÃticas, etc. de sus múltiples aplicaciones, y que habitualmente este análisis se realiza a posteriori. Aunque entendemos que en la actualidad es especialmente difÃcil conseguir que la escuela supere la tradicional distancia que separa la realidad de dentro y fuera de ésta, también consideramos más necesario que nunca realizar un esfuerzo para responder a las necesidades formativas de la sociedad de la información, integrando en sus espacios las TIC y las formas de comunicación que le son caracterÃsticas, compartiendo sus sÃmbolos y su código, adaptándose al tipo de cualidades y organización del mercado laboral que demanda la sociedad del conocimiento y también –quizás especialmente– reconociendo y reaccionando crÃticamente ante sus excesos.
Como ya ha sido reflejado con claridad por Tiffin y Rajasingham (1997), las escuelas, tal y como las conocemos hoy en dÃa, están diseñadas básicamente para preparar a las personas para vivir en una sociedad industrial. Los sistemas educativos preparan a las personas para ocupar un lugar en la sociedad emulando las fábricas y oficinas de una sociedad industrial, y el modo en el que se estructura el tiempo en los horarios escolares, la división de las asignaturas para su estudio y la manera en la que se organizan las escuelas como burocracias, son anticipaciones del perÃodo laboral adulto. Esta organización tradicional de las escuelas es coherente con la organización de una sociedad industrial con una fuerte dependencia del movimiento fÃsico de las personas y las mercancÃas. Sin embargo, la infraestructura tecnológica fundamental sobre la que se sustenta la sociedad informacional es la red de telecomunicaciones y, si queremos preparar adecuadamente a las personas para vivir en una sociedad de la información, también parece necesario conseguir un sistema educativo que tenga en cuenta el papel que están jugando, y el que en el futuro desempeñarán, en todos los sentidos, las telecomunicaciones en dicha sociedad. Entendemos que no serÃa deseable esperar (como por desgracia ya está ocurriendo) que los alumnos tengan que reconocer por su cuenta las virtudes y defectos de estas tecnologÃas fuera del contexto escolar.
La incorporación de las TIC a escuelas parece haber propiciado un discurso orientado hacia el cambio fundamentalmente desde dos perspectivas: en una se las contemplarÃa como catalizadoras de procesos de innovación y en la otra como un elemento más a añadir a las ya de por sà numerosas funciones y acciones a desarrollar en este ámbito. En este sentido, Pérez Pérez (1998, p.113) se refiere también a dos grandes visiones o enfoques de las TIC en relación a los sistemas educativos: por una parte se refiere a una visión restringida y unilateral, más centrada en el proceso tecnológico como referente deseable para el proceso educativo, beneficiado en este caso por el uso de los medios de comunicación, y una visión más completa, abierta y plural, en la que el referente tecnológico o los medios de esta naturaleza no son más que otro elemento a tener en cuenta en la consideración del proceso educativo. Situándonos más bien dentro de este último enfoque, lo que nosotros entendemos que resultarÃa interesante llegar a definir es el modo de articular una formación que integre los medios tradicionales con los más recientes, que aproveche las posibilidades educativas de todos los recursos que estén a nuestro alcance, y que permita diseñar procesos de enseñanza y aprendizaje que favorezcan un desarrollo óptimo de la sociedad en su conjunto, con una visión amplia que deberÃa caracterizar precisamente, a nuestro entender, el sentido global de la educación.
Mena y Marcos (1994) también parecen comprender que en la actualidad estamos asistiendo a un divorcio entre los sistemas educativos y las realidades socioculturales, debido en parte a que la tecnologización de la sociedad se centra más en productos (en el hardware) que en los procesos, generalizándose de este modo una tecnologÃa externa, vacÃa, con poca afectación de los procesos socioculturales, más allá de simples procesos instructivos. Esta situación se reflejarÃa en un discurso pedagógico que no habrÃa superado todavÃa una postura analÃtica, en la que apenas se hace referencia a aspectos relevantes en relación con lo que supone la incorporación de nuevos valores socioculturales y a la evaluación de los impactos de la tecnologÃa en la sociedad.
También se pronuncia en este sentido Pérez Pérez (1998, p. 114) cuando afirma que no se ha sobrepasado el umbral de la tecnologÃa como instrumento o medio, lo que ha llevado a considerar aspectos pedagógicos o didácticos relacionados con procesos de reelaboración curricular excesivamente restringidos y muy apegados a cuestiones excesivamente practicistas o centradas en la actividad, como la elaboración de materiales, aplicaciones del software, utilización de medios, etc., pero de escasa repercusión en otros aspectos más profundos de la cultura y vida social: aquellos que afectan a los valores, a los modos de comprender, a los lenguajes tanto en su estructura como en su forma, impactos antropológico-etnográficos de las tecnologÃas, etc.
Ventajas y desventajas de las tecnologÃa de la información y de la comunicación
A nuestro parecer, en una visión de conjunto, la presencia de las TIC en el ámbito educativo puede aprovecharse básicamente para conseguir tres grandes finalidades: educar con los medios, de manera que consigamos que éstos se conviertan en una herramienta al servicio de la escuela; formar en los medios, tratando de propiciar un conocimiento crÃtico y reflexivo de los mismos, y enseñar a utilizar productivamente los medios, consiguiendo aprovechar todas sus potencialidades adecuadamente.
Neil Postman refiriéndose a las consecuencias de las TIC sobre la educación y la sociedad en general, aporta también algunos interesantes elementos para la reflexión en su conferencia «Infancia y Aprendizaje» del Congreso Internacional sobre Educación Infantil celebrado en Tel-Aviv, que Fernández Muñoz (1998, p. 26) resume en estas siete premisas:
Todo cambio tecnológico tiene ventajas, pero debemos ser conscientes de sus desventajas. El televisor ha significado un adelanto incuestionable para la transmisión de información, pero también su uso ha traÃdo una disminución del tiempo de comunicación entre las personas.
Las ventajas y desventajas de las nuevas tecnologÃas no están distribuidas justamente. La tecnologÃa de la información y de la comunicación transmite y desarrolla conceptos de polÃtica que benefician de forma especÃfica a algún grupo social.
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